El «Homo erectus» era frugívoro por naturaleza

Antes de empezar, quiero aclarar que esto no implica que todo el mundo tiene la posibilidad de ser frugívoro, vegano o vegetariano.
Primero porque cada persona tiene su estilo o filosofía de vida, cultura, patrones y otras circunstancias que influye en su dieta.
Lo segundo, tenemos ser conscientes de que llevamos muchas generaciones comiendo de forma antinatural, y por esto el cambio tiene que ser gradual, según cada caso.
Y por ultimo, aunque alguien quiere cambiar de dieta, siempre es recomendable que lo haga acompañado por un profesional en nutrición (preferible higienista).

«El 15 de mayo de 1979 el New York Times publicó un artículo sobre la obra del doctor Alan Walker, eminente antropólogo de la John Hopkins University. El trabajo cayó como una bomba entre los médicos, dietistas y especialistas en nutrición que no estaban al tanto de la inmensa importancia de la fruta en la dieta humana. Los descubrimientos del doctor Walker indican que «nuestros primeros antepasados humanos no se alimentaban predominantemente de carne, ni tampoco de semillas, brotes, hojas, o hierba. Tampoco eran omnívoros, sino que al parecer han subsistido principalmente con una dieta de frutas». El doctor Walker encontró una manera interesantísima de determinar las tendencias dietéticas, estudiando las estrías o marcas de los dientes. Los diversos alimentos dejan marcas características diferentes sobre los dientes. En sus estudios realizados sobre dientes fósiles, el doctor Walker observó que, hasta la fecha «no se han encontrado excepciones. Cada diente que fue examinado, de los provenientes de los homínidos del período de doce millones de años que conducen al Homo erectus, resultó ser el de un comedor de frutas». ¡Vaya!, si casi se oye el rechinar de dientes en la Asociación de ganaderos.

Como estamos biológicamente adaptados para comer fruta, es mucho más importante pensar en qué cantidad de fruta y no de proteína vamos a comer durante el día.

En quince años jamás he encontrado una persona con una deficiencia proteínica, pese al hecho de que efectivamente existe en circunstancias devastadoras, como el kwashiorkor. En cambio, he visto centenares que presentaban envenenamientos por exceso de proteínas, y la mayoría de ellos no estaban comiendo suficiente cantidad de fruta. El consumo excesivo de proteínas ha sido relacionado con diferentes formas de cáncer (mama, hígado y vejiga) y con un incremento en la incidencia de la leucemia 1. De acuerdo con William J. Mayo, en una conferencia pronunciada ante el Colegio Norteamericano de Cirujanos: «En los últimos 100 años, el consumo de carne se ha incrementado en un 400 por ciento. El cáncer de estómago alcanza a casi un tercio de todas las formas de cáncer que se dan en el cuerpo humano. Si los alimentos cárnicos no son completamente desintegrados, se descomponen, y agreden con diversos venenos activos a un órgano que no esta preparado para recibirlos» 2. El envenenamiento por proteínas se manifiesta en el cuerpo como hiperacidez, de la cual hablaremos en el capítulo 9.

Mejor que cualquier otro alimento, la fruta proporciona al cuerpo lo que este necesita para
alcanzar el mayor nivel posible de salud. Aparte de su alto contenido acuoso, que limpia y depura, el hecho de que no deja residuos tóxicos en el sistema y que su digestión apenas si necesita gasto de energía, hace de ella el alimento más perfectamente equilibrado para aportar al cuerpo los requisitos esenciales para la vida. Las cinco sustancias vitales esenciales que debemos obtener de lo que comemos son la glucosa (el combustible, proveniente de los carbohidratos), los aminoácidos, los minerales, los ácidos grasos y las vitaminas. La primera prioridad de cualquier alimento, la más importante, es su valor de combustible. Sin combustible, el cuerpo no puede existir. El valor de combustible debe ser siempre el factor decisivo en la determinación del valor de cualquier alimento. El porcentaje ideal de cada uno de los integrantes esenciales de los alimentos es el siguiente:

Glucosa 90 %
Aminoácidos 4-5 %
Minerales 3-4 %
Ácidos grasos 1%
Vitaminas menos de 1%

Estas proporciones representan lo que sería la composición ideal de los alimentos, en función de las necesidades del cuerpo, y sobre el planeta no hay más que un alimento que satisfaga perfectamente esos requisitos: es la fruta. Esto respaldaría el hallazgo del doctor Alan Walker: que durante millones de años, los seres humanos fueron estrictamente frugívoros. Antes de que nuestra especie, movida por influencias externas, empezara a andar por mal camino, nosotros– como todos los demás animales en condiciones naturales – comíamos instintivamente lo que con más eficiencia nos aseguraba la satisfacción de nuestras exigencias vitales, que en nuestro caso era la fruta.»

La Antidieta- Harvey and Marilyn Diamond

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